Impresiona ver una obra de Alvaro Siza en la escala de los grandes rascacielos de Nueva York pero la espera ha valido la pena. Situado a la altura de Central Park, junto al río, en una orilla poco dada a grandes rascacielos.
Poder construir un buque de este tamaño y contundencia a los 86 años de edad produce una envidia sana. Se agradece la calma que transmite en una ciudad muy dada a extraños experimentos de arquitectos mucho más jóvenes y valientes o más bien alocados según quiera mirarse.